El domingo por la mañana, nos dispusimos a seguir de necios, insistiendo en el pesquero para ver si el buen Daniel lograba enganchar un buen robalo y llevárselo a tierras
"coatzacoalqueñas".
Lamentablemente la suerte no estaba de su lado este fin de semana y el pesquero no se encontraba en las condiciones más optimas que se pudieran esperar.
Aguas algo agitadas y turbias, con un acentuado viento del sur, que nos incidía de costado a la zona de pesca y que dificultaba el poder hacer un buen intento en ella, donde el día anterior había logrado enganchar el único robalo sabatino.
Tanto los que saben, como los que apenas conocemos, pasando por los locales y hasta el buen Daniel, confiamos en que el viento no demoraría mucho y que, quizás con un poquito de suerte, a la llegada del medio día las cosas mejorarían con el viento y el agua.
Así pues, nos pusimos a probar suerte, aunque yo con una cierta demora por un cierto incidente sobre la comida que suponíamos llevar y que, a final de cuentas, resultó en una cómica situación que nos hizo regresar a buscar más comida... Largo de contar. En fin. Gajes del oficio... JAJAJAJAJA.
Bueno, para no alargar mucho la reseña, resultó que Daniel estuvo haciendo el intento toda la mañana pero, lamentablemente, ni los robalos ni el viento quisieron cooperar e hicieron que, llegado el medio día, nuestro camarada tuviera que retirarse con las manos vacías, y manejar cuatro y media horas de regreso a casa, sin el esperado robalo carmelita. Chinches robalos. Así de caprichosos son.
Esperemos tenerlo de regreso por acá. Amenazó con volver y traerse al "Pro".
Pues ojalá y así sea. Por acá los esperamos con gusto a ambos.
Por cierto, antes de partir, el buen Daniel nos hizo obsequio de sus conocidas
"Daniel Lures", que repartí amablemente entre la banda pescadora, y que pondremos a prueba en cuanto haya oportunidad, para probar que tal capturan.
Muchas gracias.
También me regaló una estupenda goma, de esas que tanto cuida, y que sobra decir que se ven asesinas.
Por cierto, la puse inmediatamente en acción en ese mismo instante y, aunque no tuve la suerte de atrapar algo, pude constatar el asombroso nado que tienen cuando se les imprime la acción adecuada. Muy atractivas y mortales, sin duda.
Y bueno, el resto de camaradas seguimos
"aneciando" con a pesca y, una media hora después de la partida de Daniel, Quillo logró la captura con carnada de un estupendo
"valá", que en báscula dio un peso de 11 kilos.
Nada más ver la lucha con el pez y los aprietos para poder orillarlo, todos nos quedamos emocionados y con un buen sabor de boca, aunque los robalos insistian en no dejarse ver.
Afortunadamente, unos 15 minutos después de la captura de Quillo, don José nuevamente hizo de las suyas y en un tiro casual a uno de los tantos puntos
"prometedores" del pesquero, logró enganchar, pelear y poder concretar la captura de un bonito robalo, gemelo del que atrapé ayer y que vino a ponerle el color robalero al día.
De ahí en adelante seguimos probando y probando. Cambiamos de posición, de señuelos y hasta de equipos, pero ya no salió nada más.
De todas formas, ya con las buenas capturas obtenidas, no había forma de quejarse, y decidimos finalmente dar por terminada la jornada dominical.
Ya los planes están trazados para esta semana que inicia. Esperemos poder reseñar más capturas.
Ya veremos que dice la suerte.
¡Saludos!