Ni les cuento como estábamos todos de emocionados.
Don Manolo, Panchito, su servidor y demás gente que curiosa se arremolinaba a ver la captura.
Fotos, felicitaciones y comentarios sobre como había estado el asunto y a seguir dándole.
Decidí pues hacer uso de una la única goma extra que traía y que era idéntica a la que don Manolohabía usado.
Ya con un gusto por la buena experiencia con el robalo de don Manolo, pero sin tener muchas esperanzas de lograr algo ese día, me posicioné cerca del lugar de la captura e hice mi primer lance.
Como la goma es grande (de 4 pulgadas) y usaba un peso de 1/4 onza, el lance me salió de media distancia, así que deje que hundiera hasta el fondo.
Una vez que sentí tocar el lecho, empecé el recobro. Como esta goma en forma de shad trabaja mayormente haciendo efectivo el movimiento de la cola, prescindí de aplicarle los típicos jalones
"jerk" y, más bien, la recobré lentamente de forma medio regular, intentando no alejarla mucho del lecho y que "paseara" todo el recorrido por la zona caliente.
Ya recorriendo la mitad del camino, sentí un par de leves tirones, que me hicieron ponerme en guardia. Seguí recobrando un tanto más pausado, buscando tentar al atacante, pero después de dos o tres vueltas de manivela, decidí que había sido algún pez pequeño o incluso algún rose en una piedra de fondo.
Seguí pues recobrando cuando súbitamente la goma se atoró. Como ya estoy algo familiarizado con estas circunstancias, tengo la costumbre de no fiarme mucho y dar un tirón leve pero firme, para descartar que sea un ataque y no un atorón. Y bueno, pues que va siendo lo primero.
Al dar el tirón, inmediatamente sentí el arrastre de un peso muerto y después dos jalones a la línea. Enseguida reaccione dando un nuevo tirón firma y más sostenido y fue entonces cuando supe que había enganchado un pez, que empezó a tirar de la línea.
Como al principio el tirón no parecía muy fuerte y hasta había logrado arrastrar lo que fuera que había enganchado, comenté en voz alta a Panchito y don Manolo, que estaban cerca "¡Ahí viene uno! No es como el de don Manolo pero está bueno"
Parece que el bicho me oyó porque enseguida empezó a aumentar la fuerza de su jalón y el carrete empezó a chillar mientras salían las vueltas de línea.
La caña se tensó y flexionó con fuerza y el bicho se lanzó en carreras que le sacaban vueltas y vueltas al carrete (un Sabalos 2500 con línea trenzada de 12 libras) y hacían que la delgada caña (una Rapala TS2 de 7 pies MH) se flexionara con ganas.
Oí a Panchito decir
"¡No'mbre Rafa, esta grande. Es como el de Manolo!", y no me quedó más que creerle porque el bicho jalaba y jalaba y no paraba mientras corría a lo largo del muro, cambiaba de rumbo, regresaba y volvía sobre sus pasa. Y yo con la vara toda flexionada y siguiéndolo como loco para evitar que rosara el muro o que se destensara la línea.
Panchito seguía diciéndome
"Tranquilo, tranquilo. Disfrútalo y deja que se canse. Que aboye para que lo podamos subir" y yo todo nervioso pensando en que no se me escapara y como lo ibamos a meter al jamo.
La verdad es que, a pesar del nerviosismo natural por el riesgo de perderlo, disfruté mucho la pelea. Pero no podía dejar que se prolongara demasiado pues mi temor también era el que el leader no aguantara (mono Eagle Claw de 20 libras).
Así que el bicho empezó poco a poco a mostrar cansancio y fue entonces que Panchito empezó a meter la red para intentar subirlo.
Lamentablemente, por la emoción y las carreras, no lograba yo acercarlo lo suficiente y Panchito pasaba apuros para poder alcanzarlo e introducirlo al jamo.
Ya en no sé que intento, logré que el pez nadara casi de panza a un costado del muro. Instante que aprovechó Panchito para lograr meter la cabeza y medio cuerpo del robalo a la red. Pero ya no quiso entrar más. Se quedó con medio cuerpo fuera.
Al ver que no se metía completo en el jamo, Panchito me gritó que iba por su gancho y le pidió a don Manolo que me ayudara a sostener el mango del jamo.
Como vi que el gancho iba a tardar un par de minutos en llegar, decidí jugármela y le pasé la caña a don Manolo, mientras agarraba el mango con las dos manos y los agitaba, intentando meter al bicho.
Con apuros y haciendo maniobras, al fin pude hacer que se metiera más de la mitad del bicho al jamo y, con la ayuda de don Manolo, logramos izarlo...
Un enorme y magnífico robalo, de tamaño muy similar al primero de la tarde. Puro chucumite sardinero, si señor.
Dos buenos trompudos nos habían hecho el favor de ser capturados.
Ya en casa, lo puse en la báscula y arrojo un peso de 4 kilos, 250 gramos.
Verdaderamente, una tarde productiva, emocionante y muy divertida.
Un saludo y muy buena pesca a todos.